en el Día de las Librerías

Dani
3 min readNov 17, 2020

El caso es que esta mañana, como hoy era el Día de las Librerías, he pensado hacerme un homenaje con un libro que se salte toda la cola de espera de los montones de libros que aguardan en la mesilla. Así que he ido a mi librería de referencia, Walden, en el Ensanche de Iruñea y ahí le he pedido a Vicky, que de niña escribía su nombre Viqui, que me recomendasde algún libro “de esos que acaricias en agradecimiento cuando los terminas”. Es un concepto-sentimiento que tengo con los libros que por diferentes causas me han llegado muy dentro, me han hecho reír hasta el dolor de tripas, llorar sin consuelo, enamorarme hasta los tuétanos de algún personaje o soñar con algún lugar. Y de hecho tengo una estantería con todos esos libros. Y de vez en cuando los miro, los cojo, les aireo las hojas, releo algún párrafo, los acaricio y les doy de esta manera las gracias por aquellos buenos momentos. Y me ha aconsejado dos que a ella le habían gustado por “la belleza de su escritura” uno y por “la intensidad de los personajes” el otro. Y me he quedado con la belleza, porque un libro escrito de una manera en la que su escritura te enamore, es algo que no puedo dejar pasar. Los personajes han quedado para darles una oportunidad en Navidades. Seguro que les llega esa oportunidad. Ru, de Kim Thúy, que relata su propia peripecia desde que dejó su Vietnam natal aquel año 1968, que era el año del mono y el año en el que una ofensiva dejó maltrecho al ejército vietnamita y propició el movimiento contrario a la guerra en un Estados Unidos que hasta entonces vivía en una realidad paralela. En cierto modo lo siguen haciendo. Y he comenzado a leerlo y me he topado de bruces con una niña encerrada en sí misma, en un barco hasta arriba de familias enteras escapando de la guerra, de su miseria personal y del horror impuesto. Y me ha venido a la mente las imágenes de esas otras embarcaciones llenas de personas asustadas y engullidas por otro mar, ayer mismo, con una madre gritando rasgada del dolor que solo una madre puede sentir al ver cómo su hijo de seis meses, Joseph, moría en esa carrera de huída hacia un futuro mejor que nunca llegará. Y me he acordado de esos miserables que con banderas y discursos llenos de mentiras piden contruír más muros que impidan la legítima lucha por la supervivencia. Miserables a los que hay gente que vota. Y todo esto, esta belleza, este pensamiento, estos sentimientos los he podido tener y valorar gracias a una librera que en su librería me ha aconsejado un libro. Por eso es tan importante comprar libros (y leerlos) en una librería a la que, a poder ser, llegues andando desde tu casa. Porque gracias a esas librerías puedo seguir riendo, llorando, enfadando, pensando. Gracias, gracias, gracias. Eskerrik asko!

Artículo publicado en Facebook el 13 de noviembre de 2020

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