héroes silenciosos

Dani
Escucho, respiro y escribo
3 min readApr 7, 2020

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Photo by David Werbrouck on Unsplash

Estamos inmersos en un lenguaje, con conceptos e imágenes, que pueda construir desde el imaginario colectivo un estado de guerra a partir de una crisis sanitaria, social, emocional y económica. Ahora el objetivo es la victoria final. No es momento, nos dicen, para críticas o demandas. Claro está, por consiguiente no es momento de defensa de los derechos civiles. Para ello nos hablan de héroes, de sacrificio, de batallas y de responsabilidad, siempre en los términos que ellos dicen. No nos hablan de silencio, de pensamiento, de cambio positivo, de oportunidad, de solidaridad o de acompañamiento, de escucha y de esperanza. No lo hacen, porque eso supondría que el lenguaje de guerra queda descartado y su plan difuminado.

Qué duda cabe, el personal sanitario, en sus diferentes labores, está haciendo un esfuerzo impresionante en el centro del foco de la crisis, más aún, teniendo en cuenta la situación en la que está buena parte del sistema sanitario tras los recortes de los diferentes gobiernos que decidieron que era más importante rescatar a la banca, que invertir en sanidad, investigación, políticas sociales o educación. También se ha hablado estos días de otras personas que siguen desarrollando su trabajo para que podamos mantener nuestro día a día pese al confinamiento, o de los trabajadores autónomos sin apenas ayudas o de las personas que ven su pequeño negocio, su tienda, su cafetería, levantados con esfuerzo, ilusión y préstamos, en la incertidumbre de un futuro complicado. Todos tenemos en mente a esas personas, conocidas, que no son números, que tienen su nombre, su cara y su vida.

Nombres y caras, como Beatriz, Iñaki o Begoña, que se están dejando la piel para que sus alumnos y alumnas aprendan en y de esta situación, o Ana, que hace turnos de 12 horas para seguir sonriendo a los enfermos en la UCI de la misma manera que lo hacía hace tres meses. Está también Nogei, que continua su trabajo de educadora social en un apartamento tutelado para menores, Asier que sigue limpiando, encendiendo la calefacción y sacando la basura en el edificio en el que trabaja de portero con más dedicación incluso, Eugenio que sigue escuchando y rezando a pesar de haber perdido a su madre en esta pandemia, o Xabier y Leire, que se empeñan en seguir inventando juegos para sus hijos. Está Pili, que le dieron la baja en el hospital por unos dolores en la espalda a causa de su trabajo y que solo piensa en volver, o Xabi, que tiene que luchar, como lo ha hecho toda su vida, ante las situaciones sociales límite que le toca gestionar estos días, y lo hace con esperanza, o Esther que dedica todo el día a cuidar en casa a su madre anciana, y tantas personas heroínas en el silencio. La que desde su soledad en casa, se empeña en llamar todos los días a quien sabe más sola que ella, la que al ir al mercado, sonríe a quien se cruza con ella por la calle, la que se toma un pintxo de txitorra en el almuerzo con su padre, la que habla con la vecina de ventana a ventana, la que aplaude con discreción, sin necesidad de hacer un espectáculo para difundir por las redes. Son mis héroes, sin necesidad de escribir cartas al director para decir lo bien que trabajan, sin aplausos, sin medallas. Son personas que, por lo general, creen en la comunidad, en el auzolan, en la solidaridad vecinal. Son mis héroes y heroínas favoritos, quienes hacen que crea en la posibilidad de un mundo mucho mejor del que tenemos.

Ojalá podamos tener el silencio necesario para que sigan surgiendo los héroes y heroínas necesarias para hacer de esta vida algo memorable para todo el mundo.

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